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lunes, 7 de febrero de 2011

sobre bodas en Holanda, pescado crudo y (malas) primeras impresiones

(if you prefer to read this story in English, please follow this link)
Hace unos días recibí un email de Ana O'Reilly -autora del blog "A pinch of this, a dash of that"-(en inglés) y del blog en español  "Apuntes, ideas, imágenes" en el que me invitaba junto con otras blogueras amigas, a participar de una serie sobre el tema "casamientos en el mundo". La idea me pareció excelente y una buena oportunidad para poder contar en este blog cómo fue mi primera experiencia en una fiesta de bodas en Holanda.

Los invito a visitar el blog de Ana para leer la historia de su casamiento argentino y también el blog de Katie, una americana que ahora vive en Argentina y cuenta sus experiencias en "Seashells and Sunflowers". (en inglés)

Todavía era una novata sin experiencia en cuestiones de costumbres y hábitos holandeses, cuando un día mi marido llegó a casa con la novedad de que habíamos sido invitados a la fiesta de bodas de un compañero de trabajo. Su colega Bas se casaba, y la recepción se realizaría en un salón en las afueras de Zwolle, donde vivimos. Hacía muy poco que había llegado a Holanda y ésta sería mi primera fiesta y una fiesta de bodas, además, en Holanda. Enseguida comencé a hacer planes: qué me pondría, si debería ir a la peluquería, tal vez sería ésta una buena oportunidad para ponerme un vestido que apenas había lucido una sola vez en Argentina?

El día de nuestra boda en Argentina en 2003.
Más o menos una semana antes de la boda, al llegar a casa mi marido descubrió mi vestido de fiesta color turquesa, primorosamente expuesto sobre nuestra cama. Con cara de asombro, me preguntó si acaso estaba planeando asistir a la Ceremonia de entrega de los Oscars en Los Angeles? No entendiendo del todo la ironía, le contesté que a tan pocos días de la fiesta, estaba preparando el vestido que llevaría y todavía tenía que sacar turno en la peluquería, ver qué zapatos llevaría, buscar los accesorios...

En el momento en que mi marido volvió a abrir la boca para responder, todas mis ilusiones de tener mi minuto sobre la "alfombra roja" en un casamiento holandés, se desvanecieron. En Holanda, me explicó, o al menos en esta parte de Holanda, la gente no se producía tanto para asistir a una boda, sino que más bien usaba ropa normal de calle, un poco más arreglada tal vez, pero nunca un vestido largo y tan obviamente de fiesta como el que yo planeaba lucir.

Acaso estos holandeses no eran conscientes de lo que se perdían? Dónde quedaba la ilusión de encontrar el atuendo perfecto y prepararse para la fiesta, dónde quedaba el glamour y el momento de frivolidad?

Tras años de vivir aquí en Holanda y sabiendo ahora cuán prácticos son los holandeses, me doy cuenta que en verdad dejan de lado mucho:  nada del estrés pre-festivo buscando qué ponerse, y mucho menos gastar tal vez hasta el sueldo de todo un mes en una boda que no es la propia, ni la de una hermana o ni siquiera la de la mejor amiga.

En Holanda, los invitados normalmente lucen ropa  informal para asistir a una boda.

El día de la boda, resignada a no ir vestida como si me acabara de bajar de una pasarela de Milán,  igualmente me arreglé con esmero. Comencé a preprarme para la fiesta bastante temprano, ya que la invitación era para las 20 hs. - una hora bastante inusual para mí, novata en lo que hacía a la etiqueta y costumbres holandesas.
Si bien en Argentina las bodas de mañana se están haciendo más populares últimamente, todavía es más común celebrarlas de noche. Por lo general la ceremonia religiosa tiene lugar a las 21 hs. o incluso a las 22 hs., como en el caso de mi boda y por lo tanto, la fiesta no comienza hasta las 23 hs. o la medianoche y continúa hasta la mañana siguiente.

Al llegar al restaurant, dejé mi abrigo en el guardarropa y marché presta hacia el salón. Tan apurada estaba por inaugurar mi primera boda holandesa, que pasé de largo junto a la hilera compuesta por los recién casados y sus familiares directos, quienes estaban perfectamente alineados como soldaditos a la entrada, para darles la bienvenida a los invitados.  Desde ya que ignorarlos de esa manera, no era precisamente causar una buena primera impresión como recién llegada, o sí?
Lo cierto es que tenía una buena excusa: cómo saber acerca de esta formación casi militar a la entrada, cuando en Argentina no se acostumbra en absoluto? Allí los invitados son los que llegan primero a la fiesta, y mientras esperan, se les sirven bocaditos y champán o cocteles. Luego viene el momento especial en el que hacen su entrada los novios y la fiesta propiamente dicha puede ya comenzar.

La ceremonia de casamiento de una pareja de amigos, en el Ayuntamiento de Zwolle.

Una vez superado este faux pas, pude relajarme y comenzar a disfrutar del buen ambiente de la fiesta: buena música, la gente que se mezclaba por el salón conversando  pasándola bien, la comida... la comida? Dónde estaba la comida? Por suerte, cuando empezaba a preguntarme por este detalle, apareció un mozo ofrenciendo... café! Café antes de la cena? Una costumbre algo inusual, pensé; pero acepté el café y esperé por la cena.

Mientras tanto, mi marido me presentaba a algunos de sus colegas y yo cambiaba algunas palabras con cada uno de ellos. Un grupo tocaba música en vivo, lo cual me pareció una buena idea ya que en Argentina no es muy común. Algunos de los invitados ya se habían puesto a tono con la música y coreaban las canciones, mientras que un grupo de mujeres bailaban solas en el centro del salón. Como a mi marido no le gusta bailar en público, yo las miraba con un poco de envidia y en algún momento pensé en sencillamente acercarme al grupo y ponerme a bailar, pero luego del papelón cometido en la entrada, temía cometer un nuevo error, así que me quedé observando y bailando mentalmente.

Mi llegada a la fiesta de mi boda.
A ocho años de vivir en Holanda, aún me sorprende que, al menos en esta parte del país, son por lo general las mujeres solamente, o las parejas algo mayores con obvio entrenamiento en bailes de salón, quienes bailan en las fiestas en general, no sólo los casamientos. Los hombres permanecen aparte, tomando su cerveza y charlando o incluso, si el tiempo lo permite, salen del salón para fumar y charlar en el jardín o terraza y permanecen allí gran parte de la fiesta.
Cuando el año pasado asistí a otra boda, me atreví a preguntarle a un amigo holandés si alguna vez bailaba en las fiestas y su respuesta fue negativa. Me comentó que por lo general, los hombres prefieren tomar y charlar y dejar que las chicas se diviertan por su cuenta. Ante mi insistencia preguntando si no le gusta bailar en absoluto, me contestó que él sólo lo hacía cuando iba a algún club o disco durante sus vacaciones en el exterior, pero que nunca lo hacía estando en casa...

Mientras tanto, la fiesta continuaba y el mozo reaparecía con los bocaditos. Yo tenía bastante hambre, así que al verlo, la cara seguramente se me habrá iluminado de contenta. Cuando algo (bastante más tarde) pasó con una segunda tanda de bocaditos, decidí no tomar ninguno más, ya que prefería esperar la comida de verdad.
Mi marido enseguida se dio cuenta de mi "táctica" y discretamente me advirtió que no esperara a la cena, puesto que ... no la habría!!

Tiempo después investigando un poco y ya con la experiencia de otras bodas, me enteré que aquí se acostumbra a convidar a los familiares directos y a los amigos más allegados a la comida de bodas, mientras que al resto de los invitados se los convida más tarde para la fiesta con música, bebida y bocaditos. Pero cómo iba yo a saber ésto? En Argentina por lo general, en las fiestas de casamiento se sirve, además de los bocaditos con tragos al comienzo, una cena con tres platos. Además siempre se ofrece una mesa dulce buffet con variedad de tortas y postres; y como las fiestas suelen durar hasta muy tarde (o muy temprano) el día siguiente, se ofrece también un desayuno con pizzas o (la elección más común) una pata de ternera flambeada. Para hacerse la idea, hay que pensar en la película "Mi gran casamiento griego".

Evidentemente, mi comida de ese día (recordar que no había cenado antes de salir de casa y mi último bocado había sido al mediodía) serían sólo bocaditos, y no muchos además, ya que se planifican por lo general pocas pasadas durante una fiesta. De manera que cuando vi que nuevamente el mozo se acercaba con la bandeja, me preparé para el asalto. Sin mirar mucho de qué estaba hecho, levanté un bocadito que se veía primoroso y me lo llevé a la boca...

En ese mismo momento, supe que me iba a arrepentir de mi elección. La textura gelatinosa y jabonosa en mi boca, me decía que había escogido el manjar holandés que había tratado de evitar a toda costa hasta ese momento: el hollandse nieuwe, que no es otra cosa que ... arenque (pescado) crudo!

El hollandse nieuwe, o arenque crudo, que es típico en Holanda.
Qué hacer con ese bocado? Obviamente, justo en el momento de mi aflicción, alguien tenía que dirigirme la palabra esperando una respuesta! Desesperados momentos, intentando aparentar normalidad y tratando de responder, cuando lo que quería era escupir ese asqueroso bocadito. Apuradamente contesté tratando de no hacer arcadas en público, y corrí al baño a deshacerme de la gelatina que tenía en mi boca, porque nada ni nadie podría hacer que me la tragara.

De más está decir que tuve que hacer luego varias visitas al baño de damas, puesto que a pesar de tomar litros de agua y jugos, no conseguía quitarme la sensación de disgusto de la boca, causado por el recién descubierto y ya definitivamente odiado, manjar holandés.

... Y así es como pasé mi primer casamiento holandés. Como dijo alguna vez Groucho Marx: "pasé una noche estupenda. Sólo que no fue ésta."

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